Resulta curiosa la gran variedad de definiciones que pueden llegar a dar sobre la felicidad.
Hay personas que la consideran imposible, otras que creen que ni si quiera existe, que es una utopía. Otros, que aun creyendo en su existencia, se pasan la vida buscándola sin encontrarla, y otros, que piensan que la verdadera felicidad está en lo que tenemos, en las pequeñas cosas; un simple helado de chocolate en una tarde de verano, una sonrisa de alguien especial o un examen aprobado.
¿ Hay algo mejor que una carta escrita a mano, pensar metido en la cama, pegarle un bostezo a alguien, hacer equilibrio en el bordillo de la acera o romper el papel de los regalos? o simplemente, comer Nocilla con el dedo, el cosquilleo de los 5 minutos antes de tu primera cita con alguien, dibujar figuras extrañas en un papel mientras hablas por teléfono, jugar a no pisar las líneas del suelo o sólo pisar las del mismo color.Sacarse las zapatillas sin desabrocharlas, el olor a gasolina o el de los rotuladores permanentes, ver como se hincha la bolsa de palomitas en el micro ,pisar hojas secas, la última frase de un libro, comerte un Frigopie, romper las hojas de los árboles en pedacitos cuando estás sentado en el césped, besar lentamente,o escuchar a alguien tocar esa canción que hace que te estremezcas...
Y es que, la felicidad, no está hecha de grandes o pequeñas cosas, sino de cómo somos capaces nosotros de saborear cada momento.
Quizás tenga en cierto modo razón las personas que piensan que la felicidad es una utopía, pero prefiero quedarme en mi “ignorancia” feliz.
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