Después de leer estas historias, está claro que en las redes sociales puede pasar cualquier cosa.
Por ejemplo, todo el mundo ha hecho alguna vez eso de buscar su propio nombre. Pues en la búsqueda que hizo Kelly Hildebrandt, una chica de Florida, sólo aparecíeron dos personas: ella y un chico de Texas con su mismo nombre (Kelly también es un nombre de chico), que le pareció muy atractivo. El resultado fue que Kelly Hildebrandt acabó casandose con Kelly Hildebrandt.
Cuando la estadounidense Danielle Smith se hizo una foto con su marido y sus hijos para una felicitación de navidad a través de Facebook para sus amigos no pensó que su foto acabaría en un cartel anunciando un restaurante en Praga. Lo descubrió un amigo de la familia cuando viajaba a la capital Checa.
Otros, están demasiado enganchados a las redes sociales, como le ocurre a Dana Hanna que, incluso desde el altar, el día de su boda, actualizó su perfil en Facebook para contarle a todo el mundo que se acababa de casar, y que tenía que dejarles porque tenía que besar a la novia.
Aunque estar conectado a las redes sociales también puede ser muy beneficioso. A Rodney Bradford le ayudó escribir un nuevo estado en su perfil ya que cuando fue acusado de haber robado una tienda el mismo día y a la misma hora que estaba escribiendo en Facebook y se comprobó la IP de su ordenador, quedó exculpado.
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