Pisamos un mundo de normas. Somos diferentes unos a otros, sí, pero dentro de unas pautas que nos han impuesto desde casa, desde el colegio, desde la televisión...
Los padres quieren proteger a sus hijos de todos los males y peligros, por lo que, los defienden y los mantienen en casa hasta edades avanzadas, y actúan por ellos con un: “pobrecito, está estresado”. Así, les será imposible crear un cajón lleno de soluciones independientes que les sirva para la vida cotidiana.
Luego vamos a la escuela. Allí hay que pedir permiso para todo. Pide permiso para ir al lavabo, siéntate en esa silla, no escribas en los márgenes, entrega un trabajo sobre este tema, escribe con letra Arial a tamaño 12 y a doble espacio... En definitiva, ¡No te bases nunca en tu propio juicio! Al final, el alumno tiene miedo a pensar por sí mismo. ¿Dónde están esas asignaturas en las cuales se fomenta la creatividad, la reflexión, la expresión de emociones y la resolución de problemas? Algo tan importante para la vida cotidiana.
La moda. Cada año las tendencias cambian. Todos vamos como locos a comprarnos esas estupendas camisetas a las tiendas, no porque nos falten camisetas en el armario, no, las compramos porque están de moda. Y dejamos en el armario las que compramos el año pasado porque ya no se llevan. Y si te la pones, piensas que no ligarás nada. Parece absurdo pero son los valores que se transmiten en esta cultura. Hasta que a alguien se le ocurra una idea con la que saque beneficio si hacemos justo lo contrario...
Nos compramos cremas para las arrugas porque las arrugas son horrorosas y deprimentes según nos repiten, una y otra vez, los mensajes publicitarios. Esto lo único que hace es que nos volvamos personas influenciables y dependientes de las modas y las apariencias. Con necesidad de aprobación sobre la sociedad que nos rodea. Las empresas publicitarias nos crean inseguridades para luego "proporcionarnos" (de forma fantasma) con sus productos esa seguridad, esa aprobación y esas ganas de ser deseado.
Y en las noticias nos hablan de pandemias y enfermedades, creando alarma en la sociedad, al mismo tiempo que los farmacéuticos empiezan a frotarse las manos deseosos de vender al Estado sus vacunas. Escuchamos lo que otros deciden que es importante para nosotros y lo escuchamos enfocado como a ellos les conviene, dando la espalda a los verdaderos problemas.
Así pues, es aquí donde alguien nos debería decir: “busca el sentido a lo que haces, que siempre será mejor que hacer cosas que tengan sentido”
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