Hace poco se ha realizado un estudio en el que se ha descubierto que en un corto periodo de sueño de solo cuarenta y cinco minutos, como suele ser la siesta, la memoria declarativa, aquella que almacena datos generales de la vida, se ve beneficiada.
El estudio se centró en once hombres y veintidós mujeres de una media de edad de veintitrés años. Ellos llegaron al laboratorio a media mañana y realizaron dos entrenamientos para la memoria y después a las cuatro de la tarde se echaron la siesta. Después de todas las pruebas los investigadores descubrieron que la siesta benefició la memoria declarativa, pero sólo en las personas que adquirieron más habilidad en los entrenamientos, esto es muy importante pues tendríamos más presentes la información aprendida.
Ahora podremos tener la perfecta excusa de dormir la siesta para recordar mejor lo que hemos estudiado en el instituto.
Irene Galindo Limones
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