domingo, 30 de mayo de 2010

Libertad y espíritu creador.

Summerhill, 1921 (Leiston, Inglaterra), es una escuela donde la enseñanza se aplica de una forma, que menos, peculiar. En ella, Neill, es el pedagogo del centro y concibe una forma "distinta" de educar a niños y niñas de la que estamos acostumbrados a ver.
En Summerhill, habían 35 niños y 35 niñas agrupados por sexos y diferencias de edad. Vivían en libertad, no estaban obligados a nada. Neill opina que las escuelas que obligan a los niños a sentarse en pupitres, solo son buenos para aquellas que quieren niños dóciles sin espíritu creador y que encajan en una sociedad que tiene como objetivo el dinero.
Él piensa que una escuela tiene que estar en función de la voluntad del niño o niña, y no al revés. Él se basa en una teoría: el niño es bueno por naturaleza y no al contrario. Si un niño tiene que aprender, aprenderá lo enseñes de la manera que le enseñes.
"En Summerhill todo el mundo es igual, tanto profesores como alumnos y el director, y lo demuestran en la asamblea general; cada persona tiene un voto igual que el otro. Así el alumno no tiene miedo del profesor y eso es bueno porque no se siente inferior, lo cual crea confianza en uno mismo"
Neill cree que la función del niño es vivir su propia vida, no la vida que los padres piensan que ha de vivir, ni una vida de acuerdo con el educador. También establece que la principal meta de una escuela debe ser auxiliar a sus alumnos para que ellos sean capaces de encontrar la felicidad propia y es por eso que propone un modelo muy diferente al de las escuelas actuales, que según él solo consiguen promover una atmósfera de miedo. Todos deben ser libres, entendiendo la libertad como una construcción colectiva para así poder triunfar en la vida. Pero, ¿qué es triunfar en la vida? Para él, es trabajar con alegría y vivir seguro de uno mismo.

Y vosotros, aunque todo el mundo sabe que nos gusta ser libres y poder hacer lo que nos venga en gana, ¿creéis verdaderamente que así, tal y como somos, con este método, aprenderíamos algo? ¿Trabajaríamos si nos dieran opción a no hacerlo?

Lo cierto y verdad, es que aunque no hicieramos nada o trabajaramos, lo haríamos porque queremos, y así cada persona podría ser de la forma que quisiese y se formarían de formas distintas. Nadie sería igual, nadie seguría un modelo.

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1 comentario:

  1. Vaya, ¡qué curioso, palabrasquenomienten! Hace tiempo que me leí el libro en el que se exponía toda la teoría pedagógica de Summerhill, y me quedé asombrado de lo que allí se contaba; de hecho, puse en práctica algunas de las experiencias que se relataban. Con el tiempo las fui dejando. Con el tiempo uno abandona muchas cosas y adquiere otras. El caso es que los colegios e institutos (y las universidades) forman parte del sistema en que todos nos movemos, y vienen a ser, los coles y los institutos, la primera Gran Horma en la que se deben ir forjando los ciudadanos futuros. Vamos, que lo que tú, Adri, acabas de dejar (eso espero) no es sino la primera de las grandes fábricas que entre todos hemos construido para que todos quepamos en este lugar, sin hacer mucho ruido y sin sacar mucho los pies del tiesto, sólo lo necesario. Otras hormas serán la pareja, la familia, el trabajo, la moda, el fútbol y demás espectáculos de masas, las cenas fin de curso, el carnet de conducir y las vacaciones, entre otras...
    Tenéis la edad, tenéis las ganas ¿por qué no os decidís a cambiar esto? A ver si alguno llega a presidente/a, o a ministro/a y le da un poquito de color a la cosa. Que falta hace. Aunque visto lo que está pasando en el mundo, parece que ni los presidentes pueden hacer lo que realmente quisieran hacer.
    ¿Son posibles las utopías?

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